Demasiado a menudo tengo la sensación de que los medios de comunicación, en vez de explicar el porqué de los conflictos y las noticias internacionales, dedican su tiempo y su dinero a buscar pruebas que confirmen que la opinión pública local, es decir, su audiencia, ha hecho un pronóstico acertado de lo que ocurre en el país escenario de la noticia. Dos de los casos más recientes son los de Libia y Qatar. En el primer caso, vemos por la televisión un grupo de hombres armados que combaten a un dictador y, automáticamente, y sin preguntarnos quiénes son ni qué quieren, les apoyamos porque suponemos que, si luchan contra un dictador es porque les gusta la democracia. Mientras que en el segundo, vemos por la televisión a una mujer musulmana cubierta por un velo y, automáticamente, y sin preguntarle como es su vida, damos por hecho que es un ser humano desgraciado. Unos días después, cuando la rebelión y la mujer del velo han aparecido varias veces en las crónicas de agencia, los medios locales deciden que ha llegado el momento del enviado especial, que irá y, sobre el terreno, confirmará lo que todos ya sabemos: quien lucha contra un dictador es un demócrata y las mujeres que se cubren el rostro con un velo tienen una existencia triste. Leer más de esta entrada